Olvidadiza
Se te olvidó el amor que tú me diste, se te olvidaron mis besos y mis caricias, se te olvidó tu llanto, que sobre mi pecho derramabas. No te olvidarás que en tu alma, ha quedado, una llama encendida, que arderá eterna por tu vida, de aquel hombre que en tu cuerpo un día, depositó la semilla ardiente florecida.
Duelo de amor
Tu mirada y la mía se cruzaron en fulgurante duelo, como espadas en combate centellaron tus ojos, con mortal herida caí vencido, pudo tu amor abrirme heridas, sin sentir que yo a tal amor he sucumbido.
El último verano
Olvido y silencio me dejaste, impávida pasas por mi lado con una hermosa herida en el alma. Tu tan cerca y no me tocas, yo tan fuerte y no te abrazo. Tus ojos se quedan por el rincón de mis sueños. Ya no estás conmigo, la fría soledad me sacude, el viento de amor rompió el silencio y también el cristal de mis lágrimas. Minuto a minuto tu noche me rodea, te llamo por los oscuros senderos de mi alcoba. Sólo el tictac de un viejo reloj me responde. Dónde estás con tu fragancia alegre, en qué recodo de la vida te he perdido, fue el último verano. Cuando de la mano contemplábamos el lago y el enjambre luminoso de cielo. O fue el último concierto de las semanas musicales, o cuando el murmullo de los violines nos amarraban las manos. Nada queda de nuestro amor veraniego.
Tal vez me quiera
Ella el amor no guardó, en los rincones de su alma. Ni retuvo el beso que en el corazón se hizo fuego. En la distancia del tiempo, ella aún, tal vez me quiera. O quizás mi beso todavía le queme la boca. A lo mejor una herida en el corazón le está sangrando.
Perdón
Perdóname amor si un día en caminos te he dejado. Cobarde y prófugo de tu cariño soy. Vulgar y mentiroso de mi propio llanto. Teniendo tu amor en el alma, ciego mi corazón olvidó tus lágrimas de silencio, que en cascadas de purezas derramabas, y fluían como versos de tu alma, por este que te dejó olvidada, sabiendo que entre tu corazón y el mío, sólo éramos un solo latido.
| | Olvídame
Olvida todo, es más sabio. No sufras por mí, deja que la primavera consuele tu alma dolida. Abre a los vientos tus transparentes ventanas. Calla tus locuras de amar a este cobarde torpe poeta. Deja tus ríos sonoros que golpeen los bordes de mi canto. Huye de mi gacela salvaje, no quiero ser yo el cazador de tus deseos. Grítame tu rabia por esos inmensos ojos. Vete antes de que te torturen mis besos. Lejos de mí, no te quemarás en mis ardientes llamas. Olvida todo, es más sabio. Paloma, un día gris fuiste mía, tu vuelo y el mío se cruzaron en el alegre concierto de los besos. Olvida todo mariposa tierna, levanta el vuelo donde no te alcance. Huye por el viento perfumado de la primavera, huye lejos de mi voz y más lejos de mis ojos. Un beso más, tú y yo formaremos el infierno.
Pasado
De mi dolor eres culpable de tu amor eres inocente. Que por mis venas subió a mi alma en mi sangre se hizo heridas. Soy para ti un hombre imaginado, un fantasma olvidado de tus sueños, un recuerdo de un otoño tan lejano, amarillo y solitario. Hoy tiene sabor a musgo a tiempo indefinido a vientos que en las tardes mueren en medio de las noches de mi pueblo. Distintas como cuando por esas mismas calles solitarias con mis besos te encendía el alma.
Cicatrices
Sólo quedan en el alma cicatrices de un pasado de promesas y amor. Sólo palabras que el viento se ha llevado, no hay nada que se pueda retener, sólo otoño con sus hojas amarillas cubrió las huellas del amor. Sólo quedan poemas en el viento cantando su dolor, sólo quedan en el alma cicatrices marcados por el fuego del amor. Hoy otoño las cubre de amarillo y también de olvido y de dolor.
El adiós
Perdí el color de tu sonrisa y el fuego candoroso de tu boca. Se apagaron tus ojos, al final del camino. Tu corazón mustio se olvidó del mío, tus manos nudos de fuego, no retuvieron lo vivido. La noche me viste de silencio, mortaja cruel de mi destino, el gallo y el reloj, verdugos de mi tiempo enmohecido. En mi boca queda el deseo de tus besos y el placer de sentirlos en el adiós y el olvido.
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